No siempre hemos estado protegidos contra incendios, hubo una época donde no existían los bomberos ni los seguros que cubrían esta posibilidad.
El primer seguro contra incendios fue pensado y puesto en circulación después del gran incendio de Londres en 1710, donde se quemaron cerca de 13.200 casas, 89 iglesias y la catedral de Saint Paul. En ese momento se vio la necesidad de ayudar a las víctimas y se fundó la “Fire Office” que dio lugar al primer seguro contra incendios de la historia.
Para encontrar el origen del cuerpo de bomberos tenemos que remontarnos a Roma en el año 64 d.C, era una época donde las calles estrechas, la sobrepoblación de las ciudades y los materiales de construcción inflamables estaban a la orden del día. Con todos estos factores de riesgo, no hace falta indagar mucho para entrever que los incendios en los edificios eran continuos. Por este motivo, el emperador Augusto quiso prever estas situaciones de riesgo y preparó un grupo de vigilantes que eran alertados en caso de producirse un incendio.
Este grupo de vigiles o vigilantes era formado por el “aquarii” (aguador), transportando agua organizando cadenas humanas; el “siffonarii”, responsable de tirar el agua al fuego con una bombas manuales; y el “uncinarii”, con unas lanzas provistas de ganchos con las que se sujetaban a los techos y paredes en llamas.
En España, el primer cuerpo de bomberos fue constituido en Granada por un joven Jose Maria Ruiz Pérez, recién llegado de Paris y de vivir un devastador incendio en la mansión de Karl Philipp von Schwarzenberg, el embajador austriaco. Este primer equipo español de bomberos estaba formado por 160 personas (87 albañiles, 45 carpinteros y 28 fontaneros), estaban organizados en cuadrillas que tenían diferentes tareas: corte, desalojo, cubetas, bombas y también banda de música, tambores y cornetas, sanitarios y médicos.
Como curiosidad, explicaremos que algunos de los cuerpos de bomberos que actualmente están vigentes fueron creados en su día por compañías de seguros. Por ejemplo, los Bomberos de Barcelona en 1845 fueron fundados por la compañía Mutua de Propietarios. Algunas compañías encontraron en la formación de estos equipos especializados una forma de prevenir, frenar e erradicar siniestros por fuego. No es lo mismo y encarece los costes, adecuar zonas potencialmente peligrosas para que no se genere fuego o apagar un fuego en sus inicios, que esperar a que el fuego arrase con aquello que encuentre o intentarlo apagar con pocos medios o solo con la colaboración ciudadana.